"Te seguiré, Señor".
Lc. 9, 51-62
Algunas personas tienen la iniciativa de seguir a Jesús, a otras, es él quien las invita a seguirlo. Con todas, Jesús es muy sincero. Las exigencias que propone parecen muy duras, pero Jesús está hablando desde su propia exigencia: él mismo va caminando resueltamente hacia Jerusalén. Es un momento en el que no tiene en quién apoyarse, dejó su tierra y a su familia, y camina sin mirar atrás.
Es como si nos preguntara: “¿quieres acompañarme y pasar por lo mismos que yo? ¿Seguirme es tu prioridad, o hay situaciones en las que prefieres ir contra los valores del Reino? ¿Vivirás extrañando lo que dejaste?
Sólo desde un gran amor se puede decir: “si, Señor, te digo”. Quiero acompañarte en las buenas y en las malas. Me sumo a tu proyecto sin mirar atrás.