“Vete, tu hijo ya está sano”.
Jn. 4, 43-54
Un funcionario real, probablemente un oficial judío del tetrarca Herodes Agripa, tenía un hijo enfermo que estaba a punto de morir en Cafarnaúm. Jesús estaba en Caná de Galilea. De Caná a Cafarnaúm unos 20-25 km de distancia. Cuando el funcionario escucha que Jesús había regresado a Judá, se fue inmediatamente al encuentro de Jesús. Cuando lo encontró, venciendo su investidura y por amor a su hijo le rogó en repetidas veces que fuera a curarlo. El funcionario del gobierno no fue a discutir con Jesús; tampoco va a exigirle y de mandarle que lo haga obligadamente. Aquel hombre, que ya no tenía nada, busca Jesús con fe esperando un milagro. De Jesús sólo recibe su palabra: "vete, tu hijo ya está sano". Y, para él, fue suficiente. Creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Al llegar yo su hijo sano y creyó.